sábado, 10 de noviembre de 2012
"Puro aGuante"
A Trípodi le pasó de todo, pero igual la rompió. Atajó cuatro claras y le negó el triunfo a la Lepra.
Esas manos fueron el freno de la Lepra. Grande como el micro que cruzó Quilmes en su arco, Emanuel Trípodi fue la clave de la resistencia cervecera en Rosario. Volando con remates desde afuera, anticipando con los últimos centímetros de sus dedos y poniendo su humanidad ante los tiros a quemarropa, el arquero mostró todas sus credenciales juntas y se regocijó cuando Delfino pitó el final. Porque no sólo se llevó un punto importantísimo al Sur, sino que también complicó la ilusión de los locales que tanto lo maltrataron.
Y es que Emanuel tuvo que sufrir los proyectiles que llegaron desde la popular de la Lepra y que obligaron a parar el partido a los 19 minutos del primer tiempo (luego le iba a pasar lo mismo a Lima, cuando se preparaba para patear un córner). El arquero se quejó con el árbitro, le marcó que era la segunda vez que sucedía y se dio vuelta para mirar a los inadaptados, como avisándoles que con eso no lo iban a vulnerar. De hecho, fue así.
Antes de dicho incidente, Trípodi le había sacado un zapatazo a Scocco que tenía destino de ángulo izquierdo y otro remate desde afuera de Heinze, que con el cuerpo tiró al córner. Pero lo mejor estaba por venir. En el segundo tiempo, muy rápido de piernas, volvió ante una vaselina divina de Maxi Rodríguez para descolgarla. Y, la más difícil de la noche, fue una doble atajada: primero anticipó con lo justo un centro bajo con el que se relamía La Fiera y, en la misma jugada, le puso el pecho al tiro de Pablo Pérez.
Tras el match, fue al antidoping y cuando entró al vestuario ya no había agua. A esa altura, era lo de menos. Fue puro aguante...
Fuente: Olé
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