El volante que de cabeza le dio el empate al Cervecero frente a San Lorenzo en el final del partido, a los 27 años jugó su primer partido en la máxima categoría
Dicen que nunca es tarde. Alguna vez le llegó a Germán Mandarino su debut en la máxima categoría del fútbol argentino y encima vino con yapa: en el último minuto convirtió un gol de cabeza que le significó a Quilmes un empate ante San Lorenzo (2-2) como visitante, en una final disputado por dos equipos que buscan la permanencia.A los 27 años disfrutó de su gran día el volante que se formó en el ascenso y que de chico se imaginó vivir lo que le ocurrió el sábado en el Nuevo Gasómetro. "Me tocó debutar con un gol, esto es algo soñado pero lo más importante fue que sirvió para sacar un empate que a nosotros nos sirve de mucho. No creo que pueda dormir esta noche", confió minutos después de haber concretado el sueño de pibe.Germán Mandarino salió de General Lamadrid y pasó por Tristán Suárez, Acasusso, Almirante Brown hasta llegar a Quilmes de la mano de Caruso (ya había estado a prueba antes pero no lo había conformado al entonces DT Tocalli). Mandarino formó parte del plantel que consiguió el ascenso y tras 11 partidos sin poder jugar pudo sentirle el gusto a la primera división.El 12 de febrero de este año ante Boca Unidos había convertido su último gol -también de cabeza-. "El partido estaba casi terminado, tuvieron una contra y no la pudieron definir. El gol los golpeó bastante. Arrancamos muy bien ganando pero tuvimos 10 minutos malos y nos dieron vuelta el partido; siempre fuimos a buscarlo con actitud y con ganar".
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